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Invierno de accidentes
« en: 06 de Febrero de 2010, 18:35 »
Invierno de accidentes

Seis muertos en las montañas españolas es el trágico balance en lo que llevamos de invierno. No es posible evitar la fatalidad, pero ¿podemos hacer algo por reducir los accidentes? La respuesta es sí.
  

“Hay una palabra que nadie acepta, y que sin embargo es clave: vulnerabilidad. Hemos elegido, deliberadamente, vivir en una sociedad vuelta de espaldas a las leyes físicas y naturales, y también a las leyes del sentido común.” Lo decía Arturo Pérez Reverte en su columna Patente de corso del XLSemanal del 22 de febrero de 2009, y lo parafraseaba Tente Lagunilla, experto montañero y conocedor como pocos de la Montaña Palentina, al referirse a los múltiples accidentes acaecidos en esa zona este invierno.

Dos de esos accidentes fueron mortales: en el Curavacas, dos hermanos fallecieron de hipotermia tras haber sido golpeados por una avalancha (27 de enero); mientras que en el Espigüete, una chica fallecía al resbalar sin ir encordada a su grupo (23 de enero). En Pirineos, dos hermanos y su cuñado fueron sepultados por un alud camino de Collarada en esquí de montaña (9 de enero). Y en la otra vertiente de los Pirineos, la cosa es todavía peor.

Lagunilla añadía que “nos creemos que sólo por llevar un teléfono móvil, nos van a sacar de cualquier apuro; pero no siempre la sociedad o el sistema nos pueden proteger”. Y reflexionaba, desde su propia experiencia como montañero accidentado:

“cuando salimos al monte queremos que nuestra actividad tenga ese espíritu de aventura, pero a la vez cuando tenemos un accidente queremos un rescate inmediato y sólo entonces nos damos cuenta de que hemos hecho algo mal”.

¿Existe la mala suerte? Para Lagunilla, “la suerte no es buena ni mala; si te cae un rayo encima es que estabas en el lugar equivocado”. Una frase quizás radical que nos podría hacer recuperar la humildad ante la alta montaña y ese sentido de la invulnerabilidad perdida. Sin ánimo moralizador ni objetivos científicos, hemos hablado con fuentes de la Guardia Civil de Montaña para dilucidar las razones principales de los accidentes de este invierno y motivar las autopreguntas de los montañeros.

Esquiadores fuera-pistas
Buena parte de los accidentes y rescates en alta montaña se originan en los lugares con mayores aglomeraciones durante estas fechas: las estaciones de esquí. Pero no en sus pistas o remontes, sino en sus inmediaciones y por culpa de esquiadores y snowboarders con ansias de aventurarse por palas de nieve virgen.

“Este mismo sábado, en Candanchú, una surfera provocó una avalancha fuera de pistas que la pilló a ella misma, pero lo peor es que esa avalancha podría haber seguido bajando hasta una de las pistas y haber sepultado a otros usuarios de la estación”, expresaba un portavoz de la Guardia Civil de Montaña (GREIM). La surfera fue rescatada gracias a la casualidad de que unos pisters fueron testigos del accidente desde un tele-silla y la pudieron localizar rápidamente, a pesar de que no llevaba ningún dispositivo localizador.

Otros esquiadores fuera-pistas bajan por lugares que no conocen bien y terminan bloqueados en barrancos o metidos en valles ciegos. Sin necesidad de estar heridos, tienen que ser rescatados por la Guardia Civil.

“Las estaciones de esquí también son alta montaña y se rigen por los mismos parámetros”, recuerda la Guardia Civil de Montaña, “y si la alta montaña está peligrosa por el riesgo de aludes, por muy pisada que esté la nieve en las pistas, el entorno de la estación también estará peligroso”. ¿De perogrullo?


Imprudencias
“Todos los accidentes conllevan una imprudencia”. Es la primera afirmación del portavoz de la Guardia Civil de Montaña. Horario, condiciones, preparación, material… muchas variables a tener en cuenta y todas imprescindibles.

“A la gente le gusta madrugar poco”, sentencia Tente Lagunilla. “Y deberían tener en cuenta que pedir un rescate a las 11 o las 12 de la mañana, cuando ya se debería estar bajando de la montaña, no es lo mismo que hacerlo a las 15 o a las 16 de la tarde, cuando ya es difícil reaccionar”. Y todavía más si no se dispone de GPS para indicar con exactitud la posición de los accidentados: “de noche es imposible localizar a alguien en la montaña sin saber su ubicación y hay que suspender la búsqueda; si se conocen las coordenadas, más pronto o más tarde, el rescate llegará”. Algo a tener en cuenta pensando en lo peligroso de una noche de invierno imprevista en alta montaña.

La Guardia Civil de Montaña advierte que “este año, debido a que las grandes nevadas del principio de temporada no se han asentado demasiado bien, el riesgo de avalanchas es mayor que otros años; hay un riesgo exagerado”. Es por ello que hay que extremar las precauciones al elegir las rutas y los días para actividades de alpinismo, travesías en esquís o escaladas. Y salir a la montaña con todas las precauciones básicas, especialmente en las zonas con mayor riesgo de alud: “que el grupo se separe para no sufrir todos a la vez un hipotético alud, que cada integrante del grupo lleve arva, sonda y pala… y que todos ellos estén entrenados para usar ese material”.


Desconocimiento del material
Actualmente, los expertos coinciden en que la gente acostumbra a ir bastante bien equipada a la montaña en invierno. Eso no quiere decir que sepan utilizar bien el material que llevan. “Muchos de los rescates que llevamos a cabo”, dicen desde la Guardia Civil de Montaña, “son de gente que se hace daño por no saber utilizar bien el material: tropezar con los propios crampones y romperse el tobillo, perder los piolets por no usar la dragonera, etc.”

Tan importante es conocer el material como a uno mismo y sus capacidades. “Hemos tenido que ir en helicóptero a buscar a una persona que había quedado inconsciente por una lipotimia que sufrió a causa del esfuerzo de subir una montaña con nieve virgen”, señalan en la Guardia Civil de Montaña.
 

Por Isaac Fernández