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Anclajes y aseguramientos básicos en nieve
« en: 03 de Marzo de 2010, 13:02 »
Anclajes y aseguramientos básicos en nieve

El mundo alpino representa uno de los mayores retos en la vida del montañero. La diversidad de terrenos de juego obligan al individuo a desarrollar una encrucijada de técnicas y logísticas que le ayuden a mantenerse en pie. Dentro de estos terrenos de juego, la nieve confronta unos desafíos a veces un tanto menospreciados.

¿Tiramos hasta la cumbre sin tocar la cuerda o nos paramos en medio de la pendiente para asegurar al compañero? Una cuestión crítica. Las ansias por alcanzar la cima o la confianza de movimiento de los miembros de la cordada en el terreno nevado pueden motivar una bajada de guardia en el proceso de aseguramiento.

Es cierto que no es preciso asegurar cada pala de nieve, ello se convertiría en un proceso largo y agotador. El escalador ha de disponer de la suficiente experiencia que le facilite la decisión de realizar un planteamiento a la hora de asegurar tramos nevados. Y tal decisión puede verse afectada por los siguientes factores:

* La cumbre todavía está lejos.
* La tormenta se acerca.
* Los alpinistas se mueven con soltura y confianza en el ángulo de inclinación de la pendiente de nieve.
* La cordada no dispone de material de protección.
* La existencia de seguros naturales es mínima.


La necesidad de emplear la cuerda dependerá también del ángulo de la pendiente, de la confianza de movimiento de los  miembros de la cordada y naturalmente, de las consecuencias de una caída.
¿Es posible realizar una maniobra de autodetención con el piolet si nos caemos?
¿Existen placas de hielo en medio de la pala o corredor de nieve que puedan complicar la progresión o el detenimiento de una caída?
¿Existen en la base del corredor o pala de nieve piedras o bloques que puedan agravar una posible caída?
Éstas son algunas preguntas que nos pueden ayudar a reflexionar durante tal complicada decisión. Una decisión que, naturalmente, puede afectar a nuestra seguridad. Y ello es algo que nunca deberemos de poner en juego o duda.




























Es posible asegurar y protegernos durante la ascensión en terrenos nevados de manera rápida y sencilla, sin grandes elaboraciones y complicaciones. A veces, simplemente bastará con mantener la cuerda un poco tensa, con el fin de ayudar al compañero a no perder el equilibrio. Está claro que si el terreno se presenta más duro y complicado no tendremos más opción que montar una reunión en condiciones y asegurar al compañero con solidez.

Año tras año nuestras montañas se tapizan del manto blanco. Los copos de nieve se apelmazan y consolidan hasta alcanzar grosores y calidades de todo tipo. Caras norte o caras sur. Nieve primavera o nieve invernal. Nieve polvo o nieve dura. La importancia de saber reconocer los diferentes tipos de nieve es crucial para el alpinista, pues facilitará su progresión y la elección de la protección adecuada (Foto inferior).

A diferencia de la escalada en roca, el terreno nevado ofrece un tipo de protección mucho más sensible. En la roca la protección es normalmente bastante sólida, al margen de la calidad de la piedra, pudiendo elegir el seguro adecuado. En la nieve, la elección del sistema de protección es un tanto más meticulosa y detenida. La diferencia entre nieve blanda y nieve dura es enorme a la hora de elegir el sistema adecuado de seguro y su emplazamiento.

A los terrenos nevados podemos acceder de varias maneras, empleando para ello las botas y piolet, las raquetas de nieve o los esquís de montaña. A causa de tal variedad los materiales que podemos emplear para la confección de anclajes resultará muy diverso. Así podremos emplear el piolet, las estacas de nieve, anclas de nieve, los esquís, material diverso de anclaje, etc. y su forma de empleo dependerá del estado de la nieve. Así mismo también podemos emplear elementos propios del terreno, como por ejemplo bloques, o bien confeccionar seguros mediante el uso de la nieve.


Anclajes en nieve
Cualquier anclaje en nieve ha de ser lo suficientemente resistente como para aguantar la caída del primero. En ocasiones podemos emplear una pieza de seguro y en otras ocasiones podemos emplear dos. Siempre que empleemos varias piezas de seguro hemos de tener la precaución de triangularlas con el fin de repartir la carga en la reunión. La dirección de tiro del anclaje ha de ser lo más paralela posible a la superficie de la nieve, con el fin de favorecer la tracción y obligar al seguro a permanecer estable en la nieve. En ocasiones será necesario alejarse del seguro pendiente abajo con el fin de garantizar tal tracción. El aseguramiento lo realizaremos empleando un sistema de seguro lo mas dinámico posible. En la foto 1 observamos como nos hemos alejado del anclaje con el fin de garantizar una buena tracción.
Los seguros en nieve los podemos instalar verticalmente u horizontalmente, dependiendo del estado y espesor de la nieve.


Nieves duras
En nieves duras podemos emplear una serie de materiales muy diversos, emplazándose la mayoría de ellos de manera vertical.
Piolet: El piolet lo introduciremos verticalmente en la nieve, un tanto perpendicular a la superficie de la nieve. Podremos usar otro piolet para golpearlo y de tal manera introducirlo totalmente en la nieve. Los golpes los realizaremos con cuidado con el fin de no dañar la cruz del piolet. Ataremos una cinta o cordino largo a la cruz del piolet que nos pueda servir de anclaje. Nunca tiraremos de la cinta hacia arriba, pues ello puede provocar la extracción del anclaje. En la foto 2, el piolet a la izquierda.

Estaca de nieve: La estaca de nieve ofrece un buen anclaje de seguro, tanto durante la progresión de la cordada como durante el rapel. La instalación es prácticamente igual que la realizada con el piolet. Al final podremos emplear alguno de los orificios de la estaca para atar un cordino o mosquetón. Las estacas son prácticas durante la ascensión de la cordada. El primero de cordada coloca la estaca y a continuación le pasa la cuerda. Las estacas pueden llevarse colgadas del arnés o bien en un lateral de la mochila con el pico hacia arriba y atadas con un mosquetón. Este último sistema es muy efectivo y permite un acceso a la estaca muy fácil. Otro empleo muy efectivo de estacas es durante la instalación de cuerdas fijas en expediciones. Durante las maniobras de rapel hemos de abandonar la estaca. Para ello dejaremos con ella un cordino por el cual pasaremos la cuerda. Si es preciso también podemos abandonar un mosquetón. La estaca penetra mejor en nieves duras si le afilamos la punta. En la foto 2 a la derecha.

Esquís en forma de H: El un sistema seguro y rápido de instalar en nieves duras. Primeramente colocaremos los dos esquís perpendicularmente en la nieve separados por unos 40 o 50 centímetros entre ambos. Los introduciremos hasta la fijación. A continuación colocaremos entre ambos esquís un piolet o estaca de nieve con el fin de ejercer presión en forma de tracción. Seguidamente ataremos una cinta en el centro del piolet empleando para ello un nudo ballestrinque o de alondra. Picaremos un poco la nieve siguiendo el recorrido de la cinta para que el ángulo de tiro sea paralelo a la superficie de la nieve. En la foto 3, esquís en H.

Esquís en forma de I: El anclaje de esquís en forma de I es no tan resistente como el anterior pero es práctico para asegurar cargas ligeras. Se clavan uno o los dos esquís en la nieve dura hasta la fijación, manteniendo, como hemos visto anteriormente , una línea perpendicular con respecto a la superficie de la nieve. A continuación atamos una cinta o cordino alrededor de los esquís y cerca de la superficie de la nieve. Con el fin de evitar que los cantos de los esquís puedan cortar o dañar la cinta o cordino del anclaje, colocaremos un sistema de protección entre la cinta y los esquís. Un guante o las pieles de foca pueden sacarnos del apuro. En la foto 4 observamos los esquís en forma de I.

Esquís en forma de N: Es un sistema de anclaje más resistente que el anterior. Empezamos colocando un esquí vertical en la nieve como hicimos anteriormente. A continuación colocamos el otro esquí de la misma manera medio metro por debajo del anterior. Los dos esquís lo introducimos hasta la fijación. Seguidamente atamos un cordino que vaya desde la fijación del primer esquí hasta un lugar por encima de la fijación del segundo esquí. Con el fin de mantener el cordino tenso entre los dos esquís deberemos de emplear un nudo de tensión tipo mariner o dinamico. Finalmente ataremos la cinta o cordino de reunión en el segundo esquí, tocando la superficie de la nieve. Este será el punto de anclaje. Como vimos en el ejemplo anterior deberemos de proteger la zona en la que los cordinos o cintas estén en contacto con los cantos de los esquís, para evitar que se puedan dañar. En la foto 5 vemos unos esquís de anclaje en forma de N.

Esquís en forma de X: El anclaje formado por los esquís en forma de X crea su resistencia de acuerdo con una mayor superficie de actuación. Colocaremos un esquí en la nieve en diagonal con unos 15 grados de inclinación con respecto a la superficie. Hacemos lo mismo con el segundo esquí, cruzándose los dos en la base. Los dos esquís los introducimos hasta las fijaciones. Colocamos las pieles de foca o una funda alrededor de los esquís, justo en la base de contacto con la nieve. Finalmente atamos la cinta o cordino de reunión y la cual nos servirá de anclaje. En la foto 6 observamos un anclaje de esquís en forma de X.


Nieves blandas
En nieves blandas emplearemos una técnica de anclaje un tanto diferente de las anteriores. Básicamente todo el material de anclaje lo enterraremos físicamente en la nieve, con el fin de ofrecernos una buena resistencia a la tracción.

Piolet: Cavaremos una trinchera de al menos medio metro de profundidad y un pequeño canal perpendicular a ésta, mas estrecho y en forma de T. Introduciremos el piolet en la trinchera con el pico hacia abajo. A continuación atamos una cinta en el centro del mango del piolet, empleando para ello un nudo de alondra o ballestrinque. La cinta ha de ser larga y la introduciremos en el estrecho canal que hemos excavado. Finalmente tapamos y apelmazamos el piolet y la cinta, firmemente, con el fin de crear un seguro sólido. Al final de la cinta ataremos el mosquetón que nos servirá de anclaje. En la foto 7 observamos el piolet enterrado en la trinchera, solo nos queda taparlo y apelmazar la nieve.

Anclajes diversos: Otros materiales que podemos enterrar siguiendo los mismos principios que el piolet pueden ser: botes de agua, estacas de nieve, mochilas, piedras, etc. En la foto 7 observamos también un bote de agua atado con una cinta y listo para ser enterrado en la trinchera. Un buen pisado de nieve es necesario para consolidar esa nieve y enterrar el bote o anclaje sólidamente en la nieve.

Anclas de nieve:
Las anclas de nieve ofrecen un buen seguro durante nuestra ascensión por nieves blandas. Son disponibles en varios tamaños y disponen de un cable largo que nos servirá de anclaje. Básicamente el ancla la introduciremos en la nieve con un ángulo aproximado de unos 40 grados con respecto a la superficie de la nieve. El diseño del ancla obligará a ésta a introducirse en la nieve una vez que tiremos del cable hacia abajo en la pendiente. Cuanto más tiremos del cable, mas introduciremos el ancla en la nieve. Hemos de tener la precaución de no tirar del cable hacia arriba, con el fin de evitar la posible extracción del ancla. En la foto 2, a la derecha, observamos un ancla en la nieve.

Esquís en forma de T: Este es probablemente el mejor seguro diseñado para nieves blandas. Sigue básicamente los mismos principios que los vistos cuando enterrábamos el piolet en la nieve. Primeramente cavaremos una trinchera en la nieve, de las mismas dimensiones que los esquís. La profundidad de la trinchera dependerá de la consistencia de la nieve. En nieves húmedas la profundidad será menor que en nieves blandas y secas. Seguidamente cavaremos un pequeño surco para guiar el cordino o cinta de reunión en la mitad de los esquís. Atamos la cinta en los esquís tomando las mismas precauciones de protección con respecto a los cantos de los esquís vistos anteriormente. Finalmente enterraremos los esquís y la cinta de reunión. Pisaremos la nieve firmemente con el fin de apelmazarla. La cinta será nuestro punto de anclaje. En la foto 8 observamos el anclaje de esquís en T.

Seta de nieve: Las setas de nieve se confeccionan a partir del empleo de la misma nieve como parte del diseño. Son muy practicas durante las maniobras de rápel, pues nos ayudará a descender sin abandonar material. La resistencia del anclaje vendrá determinada por la consolidación de la nieve. En nieves duras la seta será mas pequeña y menos trabajosa que una confeccionada en nieves blandas. Empezaremos pisando la nieve con el fin de consolidarla. Seguidamente marcaremos en la nieve el diseño de la seta, que rondará entre uno y cuatro metros de diámetro. A continuación comenzaremos a cavar el surco siguiendo el diseño de la seta, que puede variar en profundidad dependiendo de la consistencia de la nieve. Ante la duda, lo haremos mas profundo. Si la nieve sigue siendo poco consistente a pesar de nuestros esfuerzos, podremos añadir piedras o bloques en el surco con el fin de aumentar la superficie de apoyo. Con el fin de facilitar la recuperación de la cuerda podemos abandonar un cordino largo en la seta. Foto 9, seta de nieve.

Nota: cuando atamos las cintas o cordinos alrededor de las fijaciones hemos de tener la precaución de no hacerlo excesivamente, con el fin de no dañarlas.


Aseguramiento en nieve
El aseguramiento en nieve ha de ser de lo más dinámico posible. Para ello emplearemos nuestro cuerpo como disipador de energía y amortiguador de choque. Naturalmente nos anclaremos a las reuniones vistas anteriormente, manteniendo la cuerda de anclaje tensa, para evitar deslizamientos en el sistema. Asegurar directamente a la reunión puede ser una opción, siempre y cuando la reunión sea sólida.

El aseguramiento puede ser rápido, simplemente para salir de un paso. Si es así, incluso podemos asegurar a la cintura, manteniendo la cuerda tensa. Podemos emplear rimayas, ventisqueros o agujeros en nieve para asegurar obligando a la cuerda a crear un mayor rozamiento. Los pequeños ventisqueros y agujeros cercanos a las rocas y bloques ofrecen un buen punto de seguro. En la foto 10 podemos observar un aseguramiento dinámico a la espalda en uno de esos ventisqueros. Podemos apreciar el rozamiento de la cuerda con la nieve. Ello nos ayudará a mantener tensión en ella.

En ocasiones progresaremos por la nieve atados con la cuerda. Si no colocamos seguros intermedios, la caída de uno de los miembros de la cordada puede arrastrar al grupo si no se actúa con rapidez. Hemos de estar atentos y dominar las técnicas de autodetenciones en nieve. Si decidimos progresar en ensamble, colocaremos seguros intermedios, a base de estacas de nieve, con el fin de parar una posible caída de algún miembro de la cordada.

Otras veces podemos emplear el terreno como sistema de frenado. En una arista de nieve podemos caminar a ambos lados de ella. Un escalador progresa por un lado y el otro escalador progresa por el otro. Si uno de ellos se cae el compañero podrá detenerlo simplemente con su peso, debido al efecto de contrapeso. La cuerda ha de estar tensa entre ambos. En la foto 11 observamos un arista de nieve.

Un aseguramiento sencillo y rápido, para salir del paso, puede ser aquel de simplemente dejarnos caer sentados en la nieve. Tallar unos buenos peldaños para los pies y asegurar al arnés con un nudo dinámico. El nudo dinámico funciona bien con cuerdas mojadas e incluso heladas, de ahí la ventaja sobre plaquetas de freno. En la foto 12 aseguramos sentados en la nieve.

Si viajamos con los esquís podemos realizar la misma maniobra pero sin quitarnos los esquís. Simplemente nos sentaremos en la nieve y clavaremos los esquís en ella sin quitárnoslos. A continuación aseguraremos al arnés foto 13. Una variante del ejemplo anterior consiste en quitarse un esquí y clavarlo delante de nuestro pecho, con el fin de conseguir una mayor retención. El otro esquí lo mantendremos en la bota y clavado en la nieve foto 14.

Estos últimos son ejemplos de aseguramientos rápidos y para salir de paso. O incluso para descolgar al compañero. Si nuestro desafío implica la posibilidad de una caída será preciso que aseguremos con la mayor confianza. Para ello montaremos una reunión en condiciones y nos anclaremos a ella a través del empleo de la cuerda. Recordemos que la cuerda es más resistente que cualquier cinta o cordino y además ya la tenemos atada a nosotros. Nos separamos de la reunión con el fin de hallarnos por debajo de ella y de tal manera generar una mejor tracción. A continuación aseguraremos al compañero del arnés y con un sistema de frenado dinámico. Los pies los mantenemos bien clavados en la nieve y la cuerda que nos une a la reunión se mantiene tensa.

En ocasiones puede ser posible recurrir a otros elementos naturales al margen de la nieve, como pueden ser rocas, hielo, árboles, etc. Si ello es posible los utilizaremos, pues nos ayudaran en la progresión. Hemos de recordar que la nieve puede ser superficial y ocultar placas de hielo. De ahí la necesidad de ponernos los crampones por si las moscas. Ese mismo hielo nos puede servir para incluso colocar seguros de reunión o de progresión.

La ascensión por terrenos nevados puede ser agotadora, divertida, complicada o acertada. O un poco de todo. Que camino a elegir y que sistema de aseguramiento y protección a emplear va a depender de la experiencia y de los conocimientos de los miembros de la cordada. Parece ser que con tales conocimientos los límites y desafíos montañeros cada vez son más factibles. Eso sí, con sentido común.

La seguridad siempre es lo primero. El resto en el bar, con la familia y amigos.



Por Jose Carlos Iglesias

Reportaje sacado de http://www.barrabes.com/revista/tecnica-y-practica/2-6375/anclajes-aseguramientos-basicos-nieve.html
« última modificación: 03 de Marzo de 2010, 14:06 por ALOCGAR »